Emmanuel González
No es ajeno a nadie que los ciclos estacionales generan cambios en el clima y de ello se siguen ajustes que permiten, de hecho, que la vida se mantenga como la conocemos; sin embargo pocas veces somos conscientes de los procesos de renovación, aprendizaje y lecciones que generan fenómenos naturales (naturales porque se gestan y procesan por y con elementos medioambientales, no porque acontezcan sin razón y al azar o por coincidencia) y hechos que responden siempre a una causa, efecto y finalidad específicos.
La transición del periodo invernal hacia la naciente primavera ha estado marcada claramente por una serie de acontecimientos que deben empezar a comprenderse, si bien no desde la óptica científica que se esfuerza por intentar explicarlo todo, sí desde la comprensión superior espiritual que nos permite identificar, con lo que llamamos intuición, que existen energías que coexisten y se relacionan para dar paso a periodos de marcada oscuridad pero también de potente luz.
Por ejemplo ¿creeremos que es casualidad que el viento haya provocado hace pocas semanas inéditos incendios en California?, ¿es fortuito que en España los fuertes vientos hayan creado las enormes lluvias torrenciales que arrasaron con pueblos enteros?, ¿es común que sucedan a nivel global, en un periodo tan corto, tantos y tan frecuentes accidentes aéreos derivados de eventos climatológicos?, por mencionar sólo algunos fenómenos.
Cada región y comunidad viven y experimentan de forma diferente estos cambios y ajustes cósmicos, las señales siempre son claras, como en el caso de los vientos amarillos ocurridos en México en pleno inicio de la primavera, o el incendio en el aeropuerto Heathrow a unas horas de la celebración de San Patricio.
Los vientos “amarillos” han sido considerados en diversas culturas como símbolos de renovación, de purificación, pero también de desorden y caos, lo cual podría parecer una contradicción; no obstante, tengamos claro que el invierno junto con sus lecciones han concluido, y que el amarillo fulgoroso de la primavera se ha abierto paso a pesar de la resistencia permanente.
La energía y consciencia primaveral, impulsada por rituales, pensamientos, acciones y consciencia colectiva cada vez mayor, ya están presenten en el mundo y se manifestarán y materializarán en armonía con los ciclos naturales de siembra y florecimiento de la madre tierra. Llegarán muchas más señales y mensajes.
Sirva todo ello como un recordatorio de nuestra obligación en la presente estancia: es momento de elevar nuestra consciencia, la naturaleza de nuestros pensamientos tiene un poder transformador inimaginable, cuidémoslos; sustituyamos todos aquellos pensamientos e ideas que nos hacen daño y hacen daño a nuestro entorno, todo ello es oscuridad que merece ser borrada, sea bienvenida la primavera y su oportunidad no ilimitada de ser mejores a nosotros mismos.
Bienvenida la certeza de que todo inicia y termina con un pensamiento, que ese pensamiento nos llevará progresivamente a una idea, ésta a una acción, y una acción a una finalidad.
¡Bienvenida la primavera!
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